Cuando siento miedo, pongo en ti mi confianza.
4 Confío en Dios y alabo su palabra;
confío en Dios y no siento miedo.
¿Qué puede hacerme un simple mortal?
(Salmo 56:3-4)
El salmista sentía miedo porque había gente opresora y arrogante persiguiéndolo y buscando la oportunidad de hacerle daño. Al parecer, eran personas muy dedicadas a la labor de hacerle la vida imposible, no descansaban en su empeño.
En medio de esa situación tan angustiosa, el salmista acudió a Dios clamando por su intervención y su justicia. Él no negó sentir miedo, sino que reconoció lo que sentía. Aun así, eligió confiar en Dios, en su amor y en su gran poder. Él llevó su queja ante Dios y le pidió que actuara de forma contundente humillando a esas personas.
Mientras elevaba su queja ante Dios, se dio cuenta de algunas cosas. Primero, recordó el poder de Dios, poder mucho mayor que el de sus enemigos, y eso lo fortaleció. Cuando recordamos que servimos al Dios todopoderoso, el temor disminuye.
Segundo, reconoció el poder que hay en confiar en Dios. Cuando su corazón se llenaba de confianza en Dios, el miedo se iba y llegaba la alabanza. La confianza en Dios nos hace más fuertes.
Confío en Dios y alabo su palabra;
confío en el Señor y alabo su palabra;
11 confío en Dios y no siento miedo.
¿Qué puede hacerme un simple mortal?
(Salmo 56:10-11)
En tercer lugar, al confiar en Dios y elevar alabanzas ante él, su perspectiva sobre la situación cambió. Recordó la grandeza de Dios y la pequeñez de los que lo perseguían. Alabar a Dios abre nuestro entendimiento y nuestro corazón para ver las situaciones como él las ve.
Sigue el ejemplo del salmista. Cuando sientas miedo, pon tu confianza en Dios. Lograrás ver todo de otra forma y abrirás la puerta para que Dios obre a tu favor.
Buenos días, ¡Vence la ansiedad con la verdad de la Palabra del Señor! Dios te bendice.
