Esfuércense, todos ustedes los que esperan en el SEÑOR, y tome aliento su corazón.
(Salmo 31:24)
Espera en el SEÑOR. Esfuérzate y aliéntese tu corazón. ¡Sí, espera en el SEÑOR!
(Salmo 27:14)
La vida está llena de retos y, frente a ellos, solemos crear un plan para ponernos en acción. Es natural intentar resolver nuestros problemas y sí, debemos actuar, pero debemos hacerlo bajo la dirección de Dios. Antes de dar el primer paso, lo mejor que podemos hacer es ir ante el Señor y esperar para recibir su orientación y las fuerzas que solo él nos puede dar.
Esperar en Dios es una disciplina espiritual. Cuando esperamos en el Señor, tomamos tiempo para orar y escuchar su voz con atención. En la oración encontramos claridad y dirección, porque el Señor sabe lo que es mejor para nosotros, incluso cuando no lo entendemos de inmediato. Allí, en su presencia, recibimos nuevas fuerzas, y la ansiedad abre paso a la paz que sobrepasa todo entendimiento, esa que solo Dios nos puede dar.
Muchas veces quisiéramos que las respuestas llegaran rápido, pero la mayoría de las veces, Dios trabaja en nosotros mientras esperamos. El proceso mismo de espera es parte de su plan. Es ahí que él moldea nuestro carácter, fortalece nuestra fe y nos enseña a depender plenamente de su gracia. Aunque atravesemos dificultades, podemos confiar en que su guía siempre es perfecta y que el final será de bendición.
Por eso, esfuérzate: no dejes de buscar al Señor, no te canses de orar, no pierdas la esperanza. Su amor es constante y su fidelidad nunca falla. Al esperar en él, recibirás el ánimo que tu corazón necesita para enfrentar cualquier batalla. Verás cómo el Señor te sostiene y te prepara para ver su victoria manifestada en tu situación y en tu vida.
Decide confiar, esperar y esforzarte en el Señor. Él renovará tus fuerzas y caminarás seguro hacia el propósito glorioso que él ya ha preparado para ti.
Buenos días, cuando esperamos en Él recibimos paz, pues sabemos que el resultado será de bendición.
