octubre 18, 2025
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Y al orar, no hablen solo por hablar como hacen los gentiles, porque ellos se imaginan que serán escuchados por sus muchas palabras. No sean como ellos, porque su Padre sabe lo que ustedes necesitan antes de que se lo pidan.
— Mateo 6:7-8

Cierto pastor dijo una vez que cuando su hijo era pequeñito, fue una noche hasta la sala de estar y le dijo a la familia: «Me voy a acostar y voy a orar. ¿Alguien necesita algo?» Todos pensaron que era algo maravilloso, viniendo de una criatura tan pequeña. Pero esa frase revela también lo que mucha gente piensa sobre la oración. Muchos actúan como si orar fuera el momento de descargar una avalancha de peticiones para conseguir lo que se desea, aunque esta sea una actitud egoísta.

Sin embargo, eso no fue lo que Jesús enseñó sobre la oración. Dios ya sabe lo que necesitamos aun antes de que lo pidamos. Por eso debemos evitar las vanas repeticiones y listas de deseos que tenemos. Aun así, necesitamos comunicarnos con Dios, no como interesados, sino como sus hijos y amigos.

Jesús nos enseñó en la oración del Padre nuestro que la oración nos provee una forma para relacionarnos con Dios. Al orar reconocemos la grandeza del Padre celestial, expresamos sinceramente cómo nos sentimos y el deseo de acercarnos a él, tal como lo hace un buen amigo. Abre tu corazón a Dios y acércate a él con confianza en oración.

El Padre oye tu oración

Sé sincero y veraz al orar. Dios conoce tu corazón, sé transparente con él.
¡Sé auténtico! Huye de modelos y patrones de oraciones mecánicas. El hecho de que encuentres bonito el estilo elocuente de algunos ministros no quiere decir que debas orar como ellos.
No hables de la boca para afuera. Es triste tener un amigo falso, ¿no? El profeta Isaías alertó sobre el problema de la hipocresía (Marcos 7:6).
Acércate a Dios con todo tu corazón, tu entendimiento y con todas tus fuerzas.
Ora sin cesar (1ª Tesalonicenses 5:17). Mantén tu mente y tu corazón conectados con Dios en espíritu de oración.
¡Intercede! Ora por las necesidades de los demás, de la Iglesia y del mundo. ¡Tu oración vale mucho!

Para orar:

Señor mi Dios, gracias porque nos enseñaste a orar de la forma en que a ti te agrada. Yo te alabo, pues tú mereces ser engrandecido y reconocido como el Dios Santo, perfecto, poderoso y fiel que eres. Gracias por amarme y aceptarme, aun siendo imperfecto y pecador, tal como soy. Ayúdame a acercarme más a ti y a tener una relación como el Padre y el amigo verdadero que eres. Enséñame a caminar con una vida de constante oración, confiando siempre en tu Palabra. En el nombre de Jesús, amén.

Buenos días, confía en que Dios si escucha tu oración, Jesucristo te ama y te bendice

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