
El recibimiento no pudo ser más cálido: agua, refrescos y sobre todo una buena charla, llena de ideas y preocupaciones que nos hicieron sentir aún más conectados con la realidad de la gente.
La plática fue más allá de lo habitual. Varias personas se animaron a compartir lo que piensan, lo que les inquieta, pero también sus propuestas para mejorar. Y lo mejor, es que nos quedamos mucho más tiempo del planeado, porque lo que más importa es escuchar y tomar en cuenta todo lo que tienen para decir.
Uno de los momentos más especiales fue en Zacamitla, cuando unos niños de la primaria se acercaron para pedir fotos. Esas son las cosas que realmente se quedan. Esas cosas no se olvidan.
Seguimos conociendo a la gente, compartiendo, aprendiendo y construyendo juntos un futuro mejor. ¡Gracias a todos por abrirnos las puertas de sus hogares!
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