Hay momentos en los que tener paciencia puede parecer difícil, pero no es imposible. La vieja naturaleza insistente y el calor de las situaciones pueden «calentarnos la sangre». Sin embargo, es en ese momento preciso que los hijos de Dios necesitan el refrigerio que viene de Dios a través de la preciosa sangre de Cristo.
Jesucristo es nuestra paz. Necesitamos aprender de él diariamente, porque él es manso y humilde de corazón:
Carguen con mi yugo y aprendan de mí, pues yo soy apacible y humilde de corazón, y encontrarán descanso para sus almas.
(Mateo 11:29)
El Señor Jesús es nuestro mayor ejemplo y, como él, necesitamos estar controlados por el Espíritu Santo de Dios. En el fondo, necesitamos ser cada día más como Jesús.
La paciencia nos ayuda a evitar muchos conflictos innecesarios. El dominio propio es una característica importante en la vida de un cristiano. A través de la Palabra de Dios adquirimos sabiduría y comprensión al volvernos más pacientes.
En cambio, el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio. No hay ley que condene estas cosas.
(Gálatas 5:22-23)
Tener paciencia toma tiempo, pero genera buenos frutos. Cultiva una actitud positiva guiada por la Palabra de Dios. En los momentos de crisis, sé más como Jesús.
Buenos días, podemos perseverar con firmeza en medio de las pruebas pues el Espíritu Santo nos sostiene. Jesucristo te bendiga.
