
Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia. Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.
(Efesios 4:31-32)
La forma en la que elegimos enfrentar el día cada mañana, define cómo pasaremos el resto del día. Si comenzamos el día con alegría y gratitud, entregándole nuestras cargas a Dios, enfrentaremos el día con una actitud positiva. Pero si lo primero que hacemos es quejarnos o recordar el mal que otros nos han hecho, abrimos la puerta a pasar un día lleno de enojo y rencor. ¿Cuál preferimos? Es nuestra la elección.
La Biblia nos llama a entregarle al Señor todo lo que nos causa amargura, enojo, todo lo que nos irrita o nos hace pensar mal de los demás. Enfrentamos muchas luchas en la vida y son muchas las personas que prueban nuestros límites. Pero Dios es más grande que las luchas o las personas, y contamos con su fortaleza y ayuda.
Por eso, examina cómo has comenzado este día y elige hacerle frente con tu corazón lleno de confianza en Dios. Entrégale al Señor esas personas que te causan problemas. Pon en sus manos tu enfermedad, tu problema económico o tu inseguridad laboral. Elige enfrentar este día con alegría, sabiendo que la misericordia de Dios sobre ti se manifestará porque él te ama y cuida de ti.
No permitas que el enemigo te dañe el día llenando tu corazón de enojo, amargura o ingratitud. Eleva tus ojos al cielo y da gracias a Dios por su poder, su amor y su cuidado sobre ti. Vive este día con una actitud positiva que declara: ¡el Dios que sirvo es mucho más grande que los problemas de la vida!
Depositen en él toda ansiedad, porque él cuida de ustedes.
(1 Pedro 5:7)
Buenos días, permitamos que la Palabra nos guíe en el camino del Padre, llevando su Palabra y amor dondequiera que vamos. Siente las bendiciones que recibes de Jesucristo
