Tu misericordia es mejor que la vida;
por eso mis labios te alaban.
¡Yo te bendeciré mientras tenga vida,
y en tu nombre levantaré mis manos!
(Salmo 63:3-4)
Los seres humanos damos mucho valor a la vida. Sin duda, estar vivos es un regalo precioso y debemos aprovecharlo al máximo. Sin embargo, en este salmo, el salmista David habla sobre algo que es mejor que la vida misma: ¡la misericordia de Dios! ¿Por qué? Porque experimentar la misericordia de Dios en nuestros corazones trae plenitud.
Por su misericordia, Dios nos extiende su mano para perdonarnos de nuestros fallos y ofrecernos vida eterna. Quien ha recibido la misericordia de Dios en su corazón, vive más feliz, sabiéndose amado y perdonado por la eternidad. Ese conocimiento produce gratitud, gozo y alabanza en lo profundo del ser. ¿Cómo no alabar al Dios que dio hasta a su propio Hijo para que seamos salvos?
Demos gracias a Dios por su misericordia incomparable y levantemos nuestras manos en señal de alabanza y adoración. Reconozcamos que él es nuestro Dios y busquemos su rostro en este día.
¡Alabado sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo! Por su gran misericordia, nos ha hecho nacer de nuevo mediante la resurrección de Jesucristo, para que tengamos una esperanza viva
(1 Pedro 1:3)
¿Qué Dios hay como tú, que perdone la maldad y pase por alto el delito del remanente de su pueblo? No siempre estarás airado, porque tu mayor placer es amar.
(Miqueas 7:18)
Agradezcamos a Dios por su amor y misericordia y busquemos su rostro cada día. Su misericordia es mejor que la vida. Vivamos siempre conscientes de la misericordia y el infinito amor que Dios tiene por cada uno de nosotros.
Buenos días, Dios entiende nuestras luchas, tal como los padres buenos tienen compasión y se esfuerzan en entender a sus hijos. Recuerda a pesar de ser como soy Jesucristo me bendice.
