
De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.
(2 Corintios 5:17)
George Müller pasó su niñez y parte de su juventud, lejos de Dios. Hijo de un cobrador de impuestos, su meta en la vida era ganar dinero de la forma que fuera. Robaba, mentía, jugaba cartas, apostaba y se aprovechaba de las demás personas.
Su padre, preocupado por él, lo matriculó en una escuela prestigiosa para que estudiara divinidad. George estaba contento, porque de esa forma podría llegar a ser pastor y ganar dinero fácil, según su visión de la vida.
Dios tenía otros planes. George se encontró con un amigo que lo invitó a una reunión en una casa. Allí George conoció cristianos comprometidos que amaban a Dios y vivían en su voluntad. Su vida cambió y hoy día, George es conocido y recordado como un gran evangelista cristiano, fundador de orfanatos y defensor de los más débiles. ¡Jesús llegó a su vida y lo cambió todo!
¿Conoces a alguien que parece ser un caso perdido? ¡No pierdas la esperanza! Sigue orando por esa persona, muéstrale el amor de Dios en todo momento, invítala a reuniones con hermanos en la fe. Ora a Dios para que te dé buenas ideas, porque Jesús quiere llegar a su corazón y transformar su vida.
Tú puedes ser el amigo, el hermano, el vecino o conocido usado por Dios para que una vida sin esperanza reciba salvación e impacte al mundo. Pídele a Dios que te use para acercar esta generación a su reino. ¡Sé un instrumento precioso en las manos del Señor!
¿Cómo, pues, invocarán a aquel en quien no han creído? ¿Y cómo creerán a aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? ¿Y cómo predicarán sin que sean enviados? Como está escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian el evangelio de las cosas buenas!
(Romanos 10:14-15)
Buenos días, el amor de Dios por ti es tan grande, que él tomó la iniciativa. Dios envió a su Hijo Jesucristo a morir por ti y por mí, pues nuestros pecados nos apartaban de él. Nosotros merecíamos ser castigados, pero Jesús sufrió el castigo en nuestro lugar.
